Bolivia, belleza inexplorada

26.06.2019

A Bolivia entramos por su lago más famoso, el Lago Titicaca. El lago navegable más alto del mundo y el lago desde donde los primeros reyes Incas emergieron según las leyendas locales.

El lago parece no tener fin, no se puede ver el final en ningún momento. Está ubicado en la frontera entre Perú y Bolivia pero nosotros (Julia, Basti, Judith y yo) solo visitamos el lado boliviano, que nos habían dicho que era la zona más bonita del lago.

Llegamos a la ciudad de Copacabana (no la playa brasileña, no), ciudad costera desde la cual fuimos a la isla del sol. El barquito se demora una hora aproximadamente y es un precioso pero frió paseo sobre el lago.

La isla del sol tiene unos 12 km de largo y allí nos quedamos una noche en la que nos dio tiempo a ver un atardecer precioso, visitar el punto más alto de la isla y, la fuente de la juventud y observar la preciosa y blanca Cordillera Real al lado opuesto del lago. Es una zona mágica pero muy fría y con mucha mucha escalera, así que si se puede dejar el macuto en Copacabana mejor (nosotros no lo hicimos y casi nos da un infarto)...

Desde el lago vuelta a Copacabana y de ahí nos tomó tres horas llegar a La Paz, la ciudad más grande de Bolivia. En el trayecto nos tuvimos que bajar del bus y cruzar una zona del lago en lancha mientras metían el bus en una barcaza que cuando parecía no aguantar ni una pluma, aguantó.

A La Paz llegamos a mediodía. Es una ciudad a más de 3.500 metros de altura, por lo que sus cuestas se hacen interminables para el pulmón humano. La ciudad estaba de fiestas y tuvimos procesión desde las siete de la mañana hasta las doce de la noche, non stop. Trajes de luces, la danza de la morenada, tambores brasileños, máscaras y mucha mucha charanga. Yo no estado en el Carnaval de Río de Janeiro pero esto es lo más parecido que he visto en mi vida...

El sábado lo dedicamos a disfrutar de la fiesta y a pasear por los mercados. La paz se dice que es un enorme gran mercado. La ciudad, toda ella, está repleta de mercados que se unen entre sí. No verás grandes centros comerciales o supermercados, todo son tiendas pequeñitas o mercados callejeros (al menos por las zonas que hemos estado). El mercado más grande se encuentra en El Alto, la zona alta de ciudad a la que se puede llegar en teleférico y ya de paso aprovechar para tener unas vistas espectaculares del valle que conforma toda la ciudad boliviana.

En el mercado de El Alto podéis encontrar literalmente lo que queráis; desde comida o ropa hasta coches o incluso aviones (ILLO ILLO ILLO, MAEMÍA). Es un mercado imposible de recorrer en un solo día, nosotros le dedicamos unas 3 horas y nunca vimos un final, ni por delante, ni por detrás, ni por los lados, algo casi imposible de creer hasta que estás allí.

Allí conseguí un par de gangas para no volver a España con las manos vacías y después fuimos a ver a las famosas Cholitas Wrestling. Las Cholitas son mujeres bolivianas de mediana edad con trajes tradicionales que normalmente trabajan en las calles y mercados vendiendo, pero que en este caso se dedican a la lucha libre para sacarse un dinero extra. Son combates parecidos a los de la WWE, en los que las caídas y golpes son falsos (demasiado falsos en algunos casos).

Nosotros nos metimos al primero que encontramos y los primeros combates de hombres eran muy muy falsos, parecía que era su primer día. Sin embargo, su lado cómico lo salvaba un poco, era gracioso de lo malos que eran. A medida que iba avanzando la tarde se empezaron a ver peleas mejores, y la cholita destrozó al que luego nos enteramos que era su marido (nos lo dijo su hijo de 6 años que estaba allí pasando la tarde viendo a sus padres "discutir" en el Ring).

Por la noche la ciudad tiene alguna disco, pero los "gringos" solemos estar en hostales donde se organizan fiestas todo los días, hostales como Wild Rover o Loki. Para cenar hay muy buenos restaurantes por menos de 5€, pero eso es algo caro aquí, así que todo depende del punto de vista.

Al día siguiente Basti, Judith y yo nos embarcamos en la aventura de bajar Mountain biking la famosa carretera de la muerte Boliviana, una carretera que cruza las montañas y que cada vez usan menos vehículos (solo los locales y los ciclistas extranjeros como nosotros).

Fueron 60 espectaculares km de pura bajada y adrenalina. Los trajes, protecciones y el casco que te dan son de motorista, lo que te hace pensar ¿Dónde coño me he metido?. Pero en realidad al haber tanto turista está bastante controlado y la seguridad es tema prioritaria para las agencias que lo organizan (muertes no son buen marketing, ya tu sabe).

La primera parte de la bajada es puerto de asfalto puro y duro, con carretera de asfalto y largas rectas antes de las curvas cerradas. Además poco vehículo, por lo que es la zona más divertida y donde mayores velocidades se pueden alcanzar. 

A partir del km 25 o así ya entras "en camino de cabras", la verdadera Death Road. Ahí es donde las bajadas están llenas de curvas con barrancos, gravilla y piedras que desestabilizan y zonas muy estrechas donde o reduces velocidad o "Hasta luego Lucaaaas!" Las manos son el mayor problema debido a la vibración y tensión que sufren a cada golpe contra las piedras del camino, las seguimos teniendo doloridas 2 días después. Tampoco ayudó que nosotros decidimos no gastar mucho y agarramos bicis con suspensión delantera únicamente, lo que hizo de la bajada un batido de cuerpo constante.

Lo pasamos genial la verdad, y de ahí nos esperaba un buffet libre y una piscinita antes de volver a La Paz, así que un día perfecto. Por la noche vimos la Copa América y pensábamos salir, pero el cuerpo dijo cama así que hicimos caso.

De la Paz tienes salidas de un día a sitios como las ruinas de Tiwanaku o el Valle de la Luna, sitios que merecen la pena ver. Y de la Paz me fui en bus nocturno a Uyuni, desde donde salen todos los tours al famoso Salar De Uyuni (La mayor atracción turística del país, el llamado "Machu Picchu Boliviano").

Llegué en extremis y me metieron en un Jeep que le faltaba un hueco y ya iba salir, de milagro. En el carro íbamos 3 alemanes, una pareja mayor de Ecuador, Roger (Guía, conductor, cocinero...) y yo.

Lo primero que hicimos fue ir al cementerio de trenes; Una zona llena de toneladas de trenes viejos que antaño trasportaron todos los minerales de la zona hasta Antofagasta, que ahora pertenece a Chile. El hierro de los trenes vale millones y  millones pero está prohibido fundirlo, es patrimonio, así que ahí están.

Desde ahí fuimos directamente a comer a la entrada del Salar. En el comedor ya se empezaba a ver como la sal por aquí es la reina. El suelo es de sal, las paredes también, las figuras de las paredes son talladas en relieve de sal, etc...Todos los pueblos de alrededor del Salar se abastecen de él. Por ejemplo, el hostal donde dormimos esa misma noche tenÍa todas las paredes, cabeceros de las camas y el suelo, incluso en la habitación, de sal.

El Salar de Uyuni es muy difícil de describir, es una de esas cosas que cuando te piensas que has visto casi todo, te deja boquiabierto. Son kilómetros y kilómetros ( una extensión de más de 200km de largo y 128m de profundidad) de suelo blanco y seco. Se forman hexágonos perfectos de sal por la evaporación del agua que de Noviembre a Marzo entra por las ranuras resquebrajadas del salar. Hay zonas como el hotel de sal (donde está la famosa estatua homenaje al Dakar) donde se aglomera mucha gente, pero cuando te adentras en el salar y estás solo ... es increíble; El efecto que crea el suelo es mágico, los coches parecen conducir por encima de las nubes y las personas parecen estar en un sueño. Es un lugar al que las fotos no le hacen justicia.

El atardecer también es de otro mundo, pero no me enrollo más porque es digno de visitar, no de contar.

A la mañana siguiente fuimos a ver unas cuevas de coral y el ejército de piedras bien prontito. Todas las piedras miran en la misma dirección debido a que hace siglos estuvieron sumergidas en agua y se quedaron con la dirección de la corriente de entonces (parece artificial, pero no lo es).

Después fuimos hacia varias lagunas donde había gaviotas y flamencos rosados...la ultima laguna era Laguna Colorada; una mezcla de de colores rojos con la sal muy bonita sobretodo al amanecer y atardecer, que es donde parece un lago de sangre por el rojo carmín del agua.

Para llegar a la zona donde se dormía había que cruzar puro desierto, y al llegar no había espacio (era fiesta y habían venido todos los bolivianos de vacaciones), así que tuvimos que estar buscando por casi una hora hasta que al final encontramos donde dormir. Los alojamientos eran de piedra o ladrillo, muy muy básicos y obviamente lejos de cualquier señal o wifi.

Por el día hace calor de desierto pero por la noche y por la mañana estábamos a unos -15 grados; se podían hacer calipos con los dedos de mis pies.

Madrugamos para poder como se despertaban los Géisers y después fuimos a unas aguas termales donde yo me cambié de coche por que iba a seguir a la frontera con Chile y mi equipo se volvía para Uyuni.

En la frontera todo sin problemas y le gané al Ping Pong a un Guardia Aduanero mientras mis compis pasaban el control, aunque al final quedamos en que él había ganado con amenaza de detención incluida haha. Todo de broma, obvio.

Y hasta aquí sería mi breve pero intenso paso por Bolivia, continuaremos...

Todas las fotos del Blog están hechas por ALAN CASADO.
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